May 12, 2019

Tu medicina

Yo no soy el viento que te acompaña para tratar de encaminar tu mañana, ni la luz que esperas al final del día para alumbrar tu camino.

Yo no soy el centro de atención para tus errores, y para encomendar luego a otros los logros a costa de respiros. Yo no soy el plato vacío que satisfiso tu sed en una tarde de abril cuando te faltaban ganas para surgir. Yo no quiero ser el intento fallido de los mil errores antes de que te diera la gana crecer.

Yo no me acomodo en el espacio entre tu capacidad y tu madurez, yo no sirvo de impulso para los sueños de nadie. Yo no quepo entre las minúsculas endijas del temblor cuando no podés cargar con tu propio peso, ni soy el respaldar de la silla que te permitió descansar unos segundos mientras encontrabas la salida.

El aire está suficientemente contaminado como para convertirme en bacteria en vez de brillar. La luna es, ya de por sí, demasiado temporal, como para exprimirla a costa de energía que no supimos sembrar. Y es que se cosecha lo que se siembra, y se es lo que se hace. No se construyen puentes a punta de intenciones ni se llega a metas caminando con quejas.

Yo no soy la tinta de ninguna pluma más que la mía, ni la gasolina que necesitás para andar. Yo no soy la medicina para curar tus heridas.

Yo no soy una cobija que agarrás cuando tenés frío, la comida que comés sin ganas porque tenés hambre. Yo no soy una pieza de ningún rompecabezas ni las gotas de agua para hidradar.

Y no me voy a convertir mañana en otro intento de completar tus ganas, o tus sueños, o tus enseñanzas. No soy guía ni lucha, ni costilla ni entraña.

Soy un ser entero, una montaña. Mía.

ART

Yo no soy nada de nadie. 

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