Hay un espacio importante entre enojo y aceptación, entre capricho y dolor, entre el tiempo que pasa y el huequito que deja.
No es lo mismo el auge de un suceso, el proceso de molestia, el falso amor propio que creemos que tenemos cuando tomamos decisiones en base a esa molestia, y la aceptación de la realidad cuando el tiempo pasa.
Sucede que sentimos lo que sentimos, y que vemos lo que queremos. Que a veces me escudo en la ira porque es más fácil estar enojada, que llegar a la casa a llorar. Porque a veces necesito una segunda voz que me recuerde que no puedo aflojar cada vez que se me pasa, que no me puedo querer sólo cuando me enojo, que no me puedo volver a caer en la misma curva.
Hay paisajes hermosos, fotos infinitas en el recuerdo. Pero no podemos hacer eterno el deseo de algo que no es, no crecen jardines sin agua, por más ganas que haya.
Por eso duele más la batalla unos meses después: Cuando caemos en cuenta que toda decisión tiene un poquito de ganancia, y un poquito de pérdida. Yo gané gotitas de aprendizaje, me obligué a darle valor a mis propias manos, con todo y sus marcas. Hoy veo que perdí la ilusión de algún día vernos las canas.
ART
Es más fácil culparte por haberme cortado para comer, mientras mi ingenua alma sigue pensando que algo de cariño le tuviste que tener.
No comments:
Post a Comment