Feb 4, 2018

Hoy recordé que tu mirada me engaña de a pocos cuando ya no nos pega el sol en la cara. Que las ilusiones son fugaces, como los buenos momentos, o los arcoiris. Que tal vez me engaño sola cuando me gusta soñar con una dulzura eterna, con una felicidad completa. Hay cachetadas de enojo, hay golpes de nieve, que me recuerdan que la crudeza del frío es lo que queda.

Tal vez mis manos son más suaves de la cuenta y no pueden sostener el hielo por tanto tiempo, cuando la disculpa es falsa y cuando nos estorba el silencio. Hoy recordé que no dura muchas horas la luna llena y que los ciclos son un sinfín de diferencias, atoradas entre expectativas y realidades, entre construcciones y subjetividades.

Pero todas las casas viejas tienen sus ruidos: los crujidos del techo, los golpes de las puertas con el viento; y toma tiempo acostumbrarse a dormir con la bulla. Descubrir puertas nuevas en espacios ajenos es siempre un reto, uno que fluye más como cascada que como manantial, uno que nos hace llorar.

Y cuando lloro, me encuentro reconociéndome la piel interna como si fuera nueva, una desconocida que viene a contarme que a veces lo que duele no nos hace más fuertes, sólo nos duele, y ya. Porque el dolor no es entrenador, ni terapeuta; no es más que una emoción atada a alguna parte del cuerpo, como el cordón de un zapato viejo, con el cual nos tropezamos cada cierto tiempo.

Ojalá ese mismo tiempo me entregue más sonrisas mañana, cuando vuelva la luna llena y el sol en la cara, cuando ya no nos envuelva la indiferencia y la arrogancia, y podamos de nuevo dormir en paz.

ART

Hoy sentí cosquillas de las que frustran, culpa de la que pesa, dolor del que arde. Todos tenemos días malos.

No comments:

Post a Comment