A tus labios les da por tocar la puerta de mi casa solo para recordarme que no están, y de repente tus ojos son más un sueño que un recuerdo, y me vuelvo infame entre tus piernas, que tampoco están.
Pero es que vivo en una melancolía constante de recordarte bordeando mi cuerpo, como quien encuentra el mejor tesoro de su vida, y aún no sé cómo recuperarme de esto.
A tus imprudencias les da por golpearme la cabeza y partírmela contra todas las mesas tratando de entender, y después veo que te he hecho lograr tus cometidos al golpearme yo solita, por querer.
Entre los aquejos de puertas cerradas te recuerdo dormida, envuelta en cobijas, con dos almohadas de cada lado, jugando con los pies. Y es que me veo en el espejo encogida, esperando, en una pausa metafórica de por vida, en una historia paralela que ya no existe.
Tu voz aún me despierta en las madrugadas en los tantos sueños sin sentido que tengo, y después de entrar en conciencia y entender lo sucedido, me duermo esperando escucharla otra vez.
Pero es que vivo en una analogía constante de lo que sucedería si vos estuvieras, del ayer y del hoy y la esperanza del mañana, de tantas ideas arrugadas que me meto en los bolsillos esperando que el contacto efímero con mi energía las haga realidad. Y es que recordarte se ha convertido en una lucha constante, para no olvidar, para que no te vayás.
ART
Entre tus entradas de mentira por estos caminos que me inventé, aún me siento sacudida por el olor que dejaste cuando saliste corriendo.
No comments:
Post a Comment