Se ha relacionado la luz con alumbrar tanto el camino como la mente, con esplendor, con positivismo, con auge. La oscuridad es su contraparte, una zona negativa, dañada, mala. Pero yo creo que la luz, a veces, nos encandila. Hay que apagarla de vez en cuando para ser nosotros mismos, para encontrarnos.
Hay que enfrentarse a la falta de luz para interiorizar, para que en vez de estar viendo el camino, en vez de estar viendo el espacio alrededor, justamente por lo alumbrado que está, podamos olvidarnos de nuestros ojos y cerrarlos, entrar en la oscuridad de nuestra alma y nuestro pensamiento. Enfrentarnos.
Me gusta apagar la luz cada cierto tiempo, y reencontrarme. Caminar despacio por mis propios pensamientos, sentirlos en vez de mirarlos. Los ojos nos opacan tanto los demás sentidos. ¿Qué me dicen del tacto? Si prestáramos más atención disfrutaríamos tanto las texturas que rozamos cada día.
Incluso los audífonos mientras camino a veces hacen que no pueda escucharme, entenderme. Por ejemplo, cuando escribo, necesito que la música esté, o muy baja, o apagada. Es lo mismo con la luz. Nos cuesta tanto lidiar con la oscuridad, porque nos da miedo. Nos asusta apagar la luz y en vez de ver para afuera, sentir para adentro. Ni siquiera es ver, porque no hay nada que ver. Esto no es una tarea que le corresponde a nuestros ojos, si no a todos los demás sentidos. Incluso al sexto, al controversial sexto sentido que muchos creen que no está, pero ahí lo tenemos; latente, pero dormido.
Me encanta descubrir que la ausencia de luz es como un portal a un mundo de sensaciones nuevas. La vaga idea de que la respuesta a la búsqueda de paz es más un estado, que una respuesta. No es una palabra, no es una acción. No está en los textos motivacionales, ni en la motivación misma. No está en tranquilizantes, ni en el descanso, ni en el sueño. Mucho menos en la euforia o en la excitación. Es un estado, una sensación intrínseca que obviamos; como un lugar, pero adentro. La zona oscura, la zona pura.
Hay que apagar los distractores, lo exterior; cerrando los ojos. Apagar la luz para encendernos por dentro.
ART
"El humano se levanta cada mañana, se viste con su saco y corbata, piensa en su próximio auto, en su trabajo, lee el periódico, saca el perro a pasear. Vive en esta eterna pantomima, este teatro, esta mentira, simplemente porque es un cobarde, porque es incapaz de lidiar con el peso de su propia alma"
Hay que apagar la luz, y lidiar con nosotros mismos.
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