Feb 26, 2017

Pedazos de mí

El instinto es el mejor escondite, ¿sabían? Es la zona más segura y más real: puede uno sentir todo de inicio a fin, entonces la apertura emocional a la que tantos huyen, en realidad hace aún más seguro el camino, porque se sabe lo más pronto posible cuando hay que quedarse, y cuando irse.

El olfato es un sentido agudísimo. Las personas, las situaciones, los lugares, todos tienen olores tan variados. La nariz los detecta. Mi nariz los detecta. Algunos huelen a pasto, o a cafetal, otros a nubes, o a caña.

Verán, no hay nada más real que el alma misma: el color de los ojos en media sonrisa, el tono de voz segundos antes de llorar, la reacción de las manos al caer.

Cuando se siente la vida, se siente en cada parte del cuerpo. A veces se arranca, se desgarra, se cae en pedazos.

El alma se entrega a aquello que ama, y por eso es que amar cansa. Cansa tanto. La entrega a tantos lugares, a tantos momentos, a tantas canciones. A tantos seres humanos, incontables. La entrega a historias, a poesías, al auge del día.

Y es que después de tanta entregadera, después de tanto dar como si esto fuera una sucursal de emociones, como si el corazón regenerara como anfibio, termina uno incompleto, con pedazos de cuerpo.

Tengo algunos dedos a la mitad de tanto que escribí. Me queda la tercera parte de mi cabello de tanto que me rapé. Tengo cada vez más tinta de tanto que necesito llevar en la piel, y cada vez menos espacio para lo que viene.

Tengo pedacitos de mí. Amontonados en una cumbre inexplicable de desalientos y esperanza, de experiencia e inocencia.

Tengo un alma partida, que se recoge a sí misma. Incluso a veces, me quedo tan chiquitita, que soy un pedacito del pedacito de lo que queda de mí. Ese pedacito que se congela si hace mucho frío, en la punta de mi nariz.

Con ese pedacito me despierto, me levanto, hasta me alcanza para la taza de café.

Al fin y al cabo no hay mejor remedio para el frío que un pedacito de alma escondido en las cobijas una tarde de domingo.

ART

A veces sólo quedan pedazos de mí, pero acá seguimos.


Feb 2, 2017

Yana

A las notas del piano que fallé, les pido me perdonen por mis torpes dedos, que a veces resbalan por culpa del sudor de los nervios, de la falta de entendimiento. No me arrepiento de haberle dado vida a aquel piano, por más que desafinara más de una nota por mi mala memoria, que es tan selectiva y tan inconsciente, tan mía y tan ajena a mi escogencia y a mi placer.
Tocaba piano en memoria de quien me escuchó con gozo, con sonrisas nostálgicas por más que decía que odiaba las despedidas. En realidad me acurrucaba en sus ojos brillantes que me veían como si fuera yo la que componía, y yo que ni sabía lo que hacía.
Ella recordó la primera vez que escribí, y yo que no tengo idea de lo que hablaba. Le leí algún poema sin sentido a los seis años por teléfono, y décadas después supimos que no le mentí, que escribí, y se lo regalé.
Se me fue abandonando a una bola familiar explosiva, llorando todos sin saber cómo afrontar una pérdida tan fuera de lugar, tan desapercibida. Aún no sé como te nos fuiste sin decir adiós, sin explicarnos que ya no podías.
Yo aún no caigo en cuenta de que tu ausencia va a ser eterna, que no es una nota de piano que fallé mientras te tocaba que puedo corregir la segunda o tercera vez que lo intente, la próxima vez que te toque. No habrá próxima vez, pero espero que el sonido si llegue a donde estés.

ART

Te recuerdo con cada sonido de piano en mi memoria, y se me viene encima toda la música como explosión solar. Aún no entiendo por qué no estás.

Mi registro de voz

El registro de mi voz se queda corto la mayoría de las veces. Si la apoyo en la cabeza, es demasiado aguda, demasiado aireada. Si la hago vibrar en mi pecho es baja pero no lo suficiente, demasiado limitada, no alcanza para más de un par de notas. Y si utilizo la garganta como la mayoría de las personas, mis cuerdas vocales se golpean entre ellas hasta quedar ambas muertas.

Algo así pasa con tantas cosas. Me quedo corta. Quiero pegar la nota alta pero no lo logro. Quiero expresarme en contralto pero no me oigo. Al final me quedo callada, y me voy.

ART