Me buscás entre historias sencillas, para mantenerte siempre al margen de lo que considerás muy voraz, peligroso. Me vivís a medias, como si vivirme de cerca quemara. Yo sé que quemo, pero vos no lo sabés, vos ni me ves.
Me estorbás por ratitos, solo cuando te ataca alguna gota de dulzura de las que estás lleno, y no querés compartir. Yo me envuelvo en tus remolinos cuando tengo la dicha de sentirlos, pero se van tan rápido.
Me sentís apenas, apenas rozando. Te me desbalanceás tal vez por un instante, me regalás algún brillo pupilar, durante el instante siguiente. Pero amanece, y te fuiste.
Y yo me entumo, me distorsiono, exploto. Todo hacia adentro. Sólo a veces, si tocás mientras la bomba está inflamada al máximo, es que la escuchás reventar.
Yo me aguanto, me olvido. Le quito peso, camino. Nada pasa, ¿no?
Vos te aburrís, y volvés. A pasar el tiempo, tal vez. A disfrutar de mis manos temblando cuado me volteás a ver como si quisieras abrazarme toda la noche. Y al final no era más que media noche, mientras duren los tragos, las risas, y alguno de esos temas que tanto odiás.
A mí nunca me han importado las seriedades, las ataduras. Yo nunca había deseado sentarme por mucho rato, pues es cansado, ¿sabés? Pero hablar con vos a veces es tan volátil, aunque haya silencio. Después de mucha cabeza, creo que es más la mirada triste y descompuesta que llevás como si fuera tu cruz, que tus palabras. Nunca te podés expresar bien, de por sí.
Pero tus remolinos te los guardás, y yo que con gusto te los hubiera llevado. A pasear, nada más. Vos me etiquetás como alguna de esas figuras femeninas por las que has pasado y otra vez termino metida en alguna caja diminuta de madera con millones de personas más.
Pero yo no soy un sweater en un gancho, y vos no sabés escuchar.
Al final volvés solo para dejarme doliendo, con las ganas que tenía de viajar en alguno de tus remolinos por unos días, y conocer alguno de los paisajes que te gusta visitar. Sin tu mano, solo a la par.
Venís por unos segundos a levantarme las ganas cuando ya están muriendo, para después pisotearlas como si nada pasara, para dejarme de nuevo atormentada, cansada.
Pero yo no soy un perro callejero al que alimentás cuando te da la gana.
Yo no soy tu tal vez.
Ni tu salida de vez en mes.
Ni tu compañía cuando ves que tu tristeza no te cabe en los hombros, y que necesitás respirar.
Yo no quiero ser el sueño que ya no tenés, la meta que no vas a cumplir, las ganas que no existen, ni el remedio momentáneo para tu corazón roto.
Me niego.
ART
Es que yo no quería tus cadenas, sino tus remolinos.
Speechless!
ReplyDelete<3.
Delete