Jul 31, 2014

El patio de mi casa

El teclado entre mis manos como si fuera un piano, siempre mis manos. Buscando tesoros entre los escombros y algo brillante que al menos parezca oro. El sillón ya vacío con tanta historia repetida, y uno que otro deseo que se asoma a escondidas. 
Me busco entre el deseo tan sexual e inhabitado, entre tantos inciensos que se fueron desatando. La pared hoy deja pasar la lluvia para sentirse viva de nuevo y yo me escondo entre palabras que me consumen sin piedad. 
Tanto aire en esta atmósfera que somos incapaces de sentir, y sin saber damos vueltas sobre el eje de un disque vivir. Un susurro en el oído me dice que pierdo el tiempo mientras mis ojos aún brillan con lo fugaz de algún recuerdo. 
Ni la música clásica a la lejanía podría expresar la sencillez de un cuerpo sólo debajo de la luz artificial. Y en el techo se caen los sobros de algún manantial del cielo, y en la garganta se me parte el dolor, el que ya ni siquiera está entero. 
Un espacio, y otro más, cada uno en el mismo lugar. Un espacio medio lleno y otro medio vacío, y la negatividad de tener expectativas convertidas en unas cuantas pesadillas, que se distribuyen de noche a madrugada e incluso una que otra mañana, que hasta esas se me escapan cuando ya no me queda nada. 
Y la sal es subjetiva cuando cae por las mejillas, y la oscuridad es adivina si sale de sorpresa y luego se va de cuclillas, como buena asesina. 

ART

Así es el patio de mi casa, con un Khvanchkara y un More (Vino y Cigarrillos, sucesivamente)

Jul 27, 2014

Suicidarme

Me suicido a cada instante, 
cuando el viento sopla en mi cara 
o cuando las luces se me apagan, 
cada segundo día 
se quema el bombillo de mi cuarto 
y me recuerda que prefiero la oscuridad. 

Me suicido con el beso que no te doy 
mientras me tiemblan las manos, 
cada día que pasa me estoy suicidando, 
entre olas y mentiras
y una vida sin sentido, 
entre un trabajo que consume 
y uno que otro cigarrillo. 

Me suicido mientras te recuerdo 
porque me gusta como se siente,
me acostumbro poco a poco 
al dolor de no tenerte, 
y cada día me pesa más 
el calor de las calles, 
y cada día resucito 
sin pensar en detalles. 

Me gusta suicidarme lentamente, 
como si pudiera recordarte mejor, 
porque ese segundo antes de mi muerte 
prometí acordarme de vos. 

Tal vez es porque así siento 
que lo que hago es cumplir esa promesa, 
la promesa de amarte, 
hasta que no me quede voz, 
hasta que me arranque el último pedazo de amor que me quedó, 
hasta que me suicide en serio, 
y el latido se me vaya con la respiración. 

Hacia fuera, 
hacia el cielo, 
me suicido en las nubes, 
lejos de lo humano 
e insalubre, 
lejos de los ojos 
que ya no me incumben. 

ART