Me busco entre el deseo tan sexual e inhabitado, entre tantos inciensos que se fueron desatando. La pared hoy deja pasar la lluvia para sentirse viva de nuevo y yo me escondo entre palabras que me consumen sin piedad.
Tanto aire en esta atmósfera que somos incapaces de sentir, y sin saber damos vueltas sobre el eje de un disque vivir. Un susurro en el oído me dice que pierdo el tiempo mientras mis ojos aún brillan con lo fugaz de algún recuerdo.
Ni la música clásica a la lejanía podría expresar la sencillez de un cuerpo sólo debajo de la luz artificial. Y en el techo se caen los sobros de algún manantial del cielo, y en la garganta se me parte el dolor, el que ya ni siquiera está entero.
Un espacio, y otro más, cada uno en el mismo lugar. Un espacio medio lleno y otro medio vacío, y la negatividad de tener expectativas convertidas en unas cuantas pesadillas, que se distribuyen de noche a madrugada e incluso una que otra mañana, que hasta esas se me escapan cuando ya no me queda nada.
Y la sal es subjetiva cuando cae por las mejillas, y la oscuridad es adivina si sale de sorpresa y luego se va de cuclillas, como buena asesina.
ART
Así es el patio de mi casa, con un Khvanchkara y un More (Vino y Cigarrillos, sucesivamente)