Apretando las manos
para sentirme la piel
traté de encontrarme
del otro lado de la montaña.
Subiendo más gradas
para sentir las nubes
me descubrí desnuda
y empapada.
Llorando entre poros
de malestar
supe que somos aire
y nada más.
ART
A veces tratar de rozar lo que somos o lo que sentimos es más complejo de lo que creíamos. ¿Qué tanto nos conocemos en realidad? Sentimos y pensamos y explotamos, y aún así a veces no sabemos por dónde estamos caminando, o a dónde vamos. Y es que cruzar montañas no nos lleva a otro lugar si llevamos por dentro la misma entraña. Hay que cambiar.
Todavía me descubro como una semilla apenas germinando, cuando veo que si acaso estoy empezando a entender algo de la vida cuando noto que la densidad del aire a veces es mía. No del otro, no del mundo, no de esta ruleta sin sentido. Sino mía, del pecho. A veces es uno el que está contaminado, y hay que purgar.